¿Tienes una historia? ¿algo que contarnos?
“¿Cómo así? ¿qué historia puedo tener?“- me dirás.
“historia tiene Bartimeo…”
“historia tiene la mujer del flujo de sangre…”
“historia tiene el centurión“…
“historia tiene la mujer adultera de Juan 8…“- me dicen.
Pero ¿tú o yo? ¿tendremos una historia?
¿Te cuento mi historia y tú me dices si se parece a la tuya?
Mi historia antes de Cristo era limitada, por lo menos en mi mente (y, bueno, así era) estaba limitado por lo que esta vida podía traerme, por lo que otros opinaban o no, y por un sentido de urgencia: “tengo tiempo limitado para poder hacer lo que tengo que hacer.”
Cristo aumento el espacio. De hecho, lo aumento a tal punto que no hay límites, y ya no debo pensar en un sentido temporal limitado sino en un sentido más amplio: eternamente. Lo que pase aquí, si mi fe está puesta en Dios, no influencia mi vida, ahora: (¡y esto si ´tá apero!) mi vida si influencia lo que pasa AQUI. Quizás no aparezca mi nombre en un periódico o en los medios masivos del mundo, pero soy parte de un Reino que no se ve pero que los que lo ven saben que es más real que esto.
Se que HAY ALGO MAS. En esta nueva vida: Exito es saber que a pesar de vivir vidas ordinarias pasaremos la eternidad frente a un Dios extraordinario, eso es en si: vivir vidas extraordinarias. ¿Cómo se eso y cómo entro en esa realidad aún cuando toda la evidencia parece mostrar lo contrario?
Mira lo que dice la Biblia:
“Abraham es llamado “padre” no porque captó la atención de Dios viviendo como un santo, sino porque Dios hizo algo de Abraham cuando él era nadie. ¿No es eso lo que leemos en las Escrituras, Dios diciéndole a Abraham “te haré padre de mucha gente”? Abraham fue primero llamado “padre” y luego fue padre porque se atrevió a creer que Dios haría lo que solo Dios puede hacer: traer los muertos a la vida, llamar a las cosas que no son como si fuesen. Cuando todo era inútil, Abraham siguió creyendo, decidiendo vivir no basado en lo que él veía que no podía hacer sino en lo que Dios dijo que haría. Y así se le hizo padre de multitudes de gente. Dios mismo le dijo, “¡Vas a tener una gran familia Abraham!” Abraham no se enfocó en su impotencia y dijo “No hay esperanza. Este cuerpo de 100 años nunca tendrá un hijo.” Tampoco se enfocó en las décadas infértiles de Sarah y se rindió.
No anduvo por ahí haciendo preguntas escépticas. Se agarró de la promesa y su fe se hizo más fuerte, listo para Dios, seguro de que Dios cumpliría su promesa. Por eso se ha dicho “Abraham fue declarado justo porque confió en Dios.” Y esto no es solo Abraham; ¡también nosotros! Lo mismo se dice de nosotros cuando abrazamos y creemos en el Unico que levanto a Cristo de los muertos contra toda predicción y cuando todo parecía inútil.”
(Romanos 4:17-24 PAR)
Entrando por fe en lo que Dios siempre ha querido para nosotros- reconciliarnos con El- tenemos paz con Dios gracias a Jesucristo nuestro Señor. Y eso no es todo: Abrimos las puertas a Dios y descubrimos que ya Dios nos había abierto sus puertas. Nos encontramos de pie donde siempre esperamos estar- en los espaciosos lugares de la gracia y la gloria de Dios, firmes y gritando alabanzas.
Y hay más:
“Continuamos gritando alabanzas aún cuando nos vemos en medio de problemas y dificultades, porque sabemos que los problemas desarrollan una increíble paciencia en nosotros, y que la paciencia entonces nos da virtud, manteniendonos alerta y en espera a lo próximo que Dios hará. Confiados en esta esperanza nunca seremos decepcionados. Al contrario, no hay espacio en nosotros para todo lo que Dios generosamente nos da y pone en nuestras vidas por su Espíritu.”
(Romanos 5:1-5 PAR)
Por eso tomo RIESGOS, porque mi tiempo no es limitado. Se que hay que intentar cosas que no se intentaron antes, y sabemos que van a funcionar POR ESO: porque nunca se trataron, nunca se hicieron, por miedo a FALLAR. Miiedo que desechamos porque confiamos en Dios y su Espíritu.
Eso nos une: la misma historia y el mismo Espiritu…
Hace días mi amigo Flavio Calvo mando esto:
“Jesús dice que las opciones están claramente delineadas. Por un lado está la voz de la seguridad. Puedes encender un fuego en el hogar, permanecer adentro y mantenerte en calor y seco sin hacer esfuerzo alguno, ¿verdad? No caerás si nunca tomas una postura, ¿verdad? No perderás el equilibrio si nunca tratas de escalar, ¿verdad? De modo que no lo intentes. Toma la vía segura.
O puedes escuchar la voz de la aventura: la aventura de Dios. En lugar de encender un fuego en tu hogar, enciéndelo en tu corazón. Sigue los impulsos de Dios. Adopta al niño. Lánzate a los mares. Enseña la clase. Cambia de carrera. Aspira a un cargo. Deja huellas. Claro que hay riesgo, pero ¿en qué no?”
¿Cuál es tu historia?
*Conectado con lo hablado en la serie “Iglesia OpenSource”
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