Categories
Artículos

¿Debe Protestar La Iglesia?


«El Espíritu del Señor está sobre mí,
    porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres.
Me ha enviado a proclamar que los cautivos serán liberados,
    que los ciegos verán,
que los oprimidos serán puestos en libertad,
y que ha llegado el tiempo del favor del SEÑOR»”
Lucas 4:18-19

Creemos que como iglesia de Cristo estamos en la obligación de exponer nuestra posición frente a lo que está sucediendo en el país ahora mismo, con lo que conocemos popularmente como “paquetazo” y oficialmente como “Reforma Fiscal”. Hay razones importantes para esto: es bien conocido que la iglesia de Cristo es la única institución que no existe para sí misma sino para otros; el mensaje del Evangelio es un mensaje integral, para el ser humano en espíritu, alma y cuerpo, que es como Dios nos ama: completos, y no solo el espíritu y desechando el cuerpo como si fuese un bagazo. Una tercera razón, y no menos importante, es que “JUSTICIA” es una palabra central dentro del lenguaje del Reino de Dios. Dios es pro-Justicia y, por ende, anti-injusticia (Exodo 6:6; Levítico 19:15; 1 Reyes 10:9; 2 Crónicas 19:6; Salmo 7:17; Salmo 37:28; 
Isaías 1:17; Sofonías 2:3; Mateo 12:20).
En el mismo pasaje con que Jesús inaugura su ministerio (Isaías 61) dice: “Pues yo, el SEÑOR, amo la justicia; odio el robo y la fechoría.” (v. 8) El mensaje de Jesús era revolucionario no sólo en el sentido “espiritual” sino en todo el sentido de la Palabra. Era un mensaje que le devolvía la dignidad al ser humano, la dignidad que nos corresponde por ser creados a imagen y semejanza de Dios, imagen y semejanza que lamentablemente muchos desprecian con sus hechos. En un imperio donde el pobre, la mujer y el niño eran ciudadanos de última clase, el mensaje que mandaba la iglesia era evidente: “Ya no hay judío ni gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28) Aunque Jesús no tomaba ningún partido ni se inclinaba por las opciones políticas que habían en su tiempo (algo que debemos imitar), su vida es una muestra de oposición a los sistemas opresores que gobiernan este mundo. John Howard Yoder, en su libro “Jesús y la Realidad Política” dice: “Jesús no sólo eligió chocar con infinidad de definiciones sino ser crucificado por ellas… No dijo: ‘puedes quedarte con tu política y yo me dedicaré a algo más importante’, dijo: ‘tu definición de polis, de lo social, del hombre en su integridad como ser social, está pervertida’… no sólo hablaba lo que eran ideas radicales para su época sino que, como mostró, estaba dispuesto a morir por ellas.”
La iglesia siempre imitó la posición de Cristo, y se oponía al desprecio del imperio Romano por la dignidad del ser humano con actos de amor y de bondad. Como diciendo: “si el Imperio no lo hace: nosotros lo hacemos. Y si no se preocupa: nosotros nos preocupamos.” Uno de los emperadores, Juliano, escribió:
“El ateísmo (como se le conocía a los cristianos) ha logrado un avance especial a través del servicio amoroso y del cuidado que le prestan al entierro de los muertos.  Es un escándalo que no haya un solo judío que sea un mendigo, y que los impíos Galileos no solo cuiden por sus propios pobres sino también por los nuestros.” (cursivas mías)
La iglesia decidió seguir el ejemplo de Jesús, y en momentos en el que Roma la había adoptado como la “religión del imperio” no dio un paso atrás en dar a demostrar que la justicia es central. Ambrosio, obispo de Milán en el cuarto siglo de nuestra era, prohibió la entrada del Emperador Teodosio al templo después que este masacró a un grupo en Tesalónica. Esto es un fragmento de la carta de excomulgación del emperador:
“Emperador, ¿cómo es posible que te muestres tan enormemente presuntuoso después de haberte dejado llevar de aquel furioso arrebato de ira? ¿Acaso la potestad imperial te ciega hasta el punto de no reconocer el pecado que has cometido? Procura que la razón guíe tus actos de gobierno. Cierto que eres príncipe; pero entiende bien esto: príncipe significa el primero, no el amo. Eres, pues, no el amo de tus semejantes, sino el primero entre ellos, y, si ellos son siervos, siervo también eres tú y el primero de los siervos. ¿Con qué ojos miras al templo del Señor, que es Señor de todos y también Señor tuyo? ¿Cómo te atreves a pretender hollar con tus pies este santo pavimento?”
Cuando alguien le pidió al emperador que le diese permiso para que intercediese ante el obispo por él, Teodosio replicó:
“Sería inútil -contestó Teodosio-; ni tú, ni todo el poder imperial conseguirán apartar a ese hombre del cumplimiento de la ley de Dios.”
La ex-comulgación continúo hasta que el emperador se humilló y pidió perdón.
Esta claro entonces que la iglesia colabora con Dios en que la justicia sea instaurada, y protesta ante actos de injusticia. Ahora: ¿cómo protesta la iglesia? ¿cómo la iglesia hace que la justicia se cumpla? Obviamente no con actos de violencia ni tampoco aislándose, o haciéndose sorda ante el problema que aqueja (o aquejará) profundamente una sociedad. Se ha aprobado una reforma tributaria injusta, la iglesia no puede quedarse con la boca cerrada. Y es injusta en su mayor parte porque sabemos que en este país no existe un sistema que, después de recibir los fondos necesarios para que “el país funcione”, sean usados de la forma correcta. Sabemos a donde van a parar la mayoría de esos fondos. ¿Nos callaremos? ¿No diremos nada cuando el 60% de los dominicanos sufrirá esto de forma que muchos de nosotros no imaginamos?
Está claro que nuestros políticos no cambiarán, pero si podemos cambiar los vientos. Primero: oramos, como cuerpo de Cristo que entiende que Dios es pro-justicia y que escucha el clamor de un pueblo que grita ante el sufrimiento impuesto por quienes los oprimen (Exodo 3:7). Pero también protestamos con nuestros actos y nuestra forma de vida: consumamos menos, no compremos en lugares donde sabemos se apoya la reforma o donde sus propietarios evaden impuestos que luego el pueblo debe cubrir, no compremos las cosas a sobre precio (lamentablemente un grupo de comerciantes desalmados aprovechan estos tiempos para especular afectando el pueblo, no solo son los políticos el problema). Participemos en los actos pacíficos, siempre y cuando no se hagan bajo ningún contexto político. Cuidemos nuestro lenguaje y no incitemos a la violencia. Demostremos que estamos contra la injusticia y que estamos tan en serio que nos hemos dispuestos a comprometer nuestras costumbres consumistas para que se sepa que hay indignación y que estamos de luto. Y otra vez: oremos, el problema está en el corazón del ser humano que será solo transformado por el poder del Espíritu de Dios.
———————————————–
El Círculo
www.circulojuvenil.com • 2012
Bajo Licencia Creative Common