Como me preparo para una nueva etapa y, aunque, al momento de escribir este artículo, todavía no he encontrado apartamento; ya estoy poniendo algunas cosas en las cajas. Si me preguntan qué tengo, de mi nueva casa nada, pero es bueno ir empacando algunas cosas que son de mi posesión y que valoro y aprecio mucho.
Entre esas cosas, hay algo que valoro muchísimo como posesiones apreciables: mis libros. Para que tengan una idea, no caería en la clasificación de comprador compulsivo hasta que me metas en una de esas librerías donde hay de todo, sería como que: en libros si soy un comprador compulsivo.
Mientras metía mis libros en cajas, me daba una sensación de satisfacción poseerlos, mucho más satisfacción el haber leído la mayoría de ellos (algunos varias veces) y mucho más satisfacción (y preocupación) el hecho de que poseía mas de 20 libros que están en lista de espera, locos porque yo los lea. Esa sensación de sentirte culto, importante, sabio(ndo), hacedor de conversaciones profundas.
Pero, después de meter en cajas una buena cantidad de libros (que técnicamente no son muchos y que en cajas se ven menos), la única sensación que sobrevivió al haber ya empacado alrededor del 75% de ellos, era de tristeza. ¡Sí! El ser humano aprovecha la más mínima oportunidad para sentirse grande, de alguna forma más grande que cualquier otro hombre, y yo, aprovechaba la oportunidad para sentirme superior y al nivel de otros que leyeran la misma cantidad de libros que yo, y me sentí triste.
¿Por qué?
Al mirar la mayoría de ellos: nunca los volveré a leer. Otros: olvidé hasta que decían, aunque quizás recuerdo algo de ellos en algún momento en que necesite sacar material para algo.
Y, lo único que llegó a mi mente fue un verso famoso y conocido por casi todos nosotros lectores de la Biblia:
“No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar… Porque donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón.” (Mateo 6:19,21)
Generalmente uno toma esos versos, para hablar del dinero o en una charla comunista que diga que la Biblia arremete contra los capitalistas de este mundo. ¿pero es sólo la posesión el dinero? Creo que tesoro es cualquier cosa que tenga bastante importancia en nuestras vidas aunque eso sea el hobbie tan popular de coleccionar escarabajos.
¿Qué es tan importante en tu vida que mantiene tu corazón pegado a esta tierra?
Era la pregunta que me hacía mientras entraba los últimos libros, me sentía bien de tenerlos pero también sentía que eso me estaba creando arrogancia y cierto sentido de superioridad, es decir: ahí estaba mi corazón.
¿Dejaré de leer? ¡No panita! Pero eso no va a ocupar mi corazón ni me va a hacer creer que soy superior a nadie más, no. Algún día mis intereses cambiaran, los libros que me eran útiles antes estarán desfasados y ya no me servirán para nada, ¿qué mala inversión no?
Así que pienso llevar mi corazón a otro lado, un poquito más arriba.