Según la empresa encuestadora Gallup, ha habido un decline gradual en los últimos treinta años en el porcentaje de estadounidenses que creen que la Biblia es realmente la palabra de Dios. Aproximadamente tres de cada diez estadounidenses continua profesando creer literalmente en la Biblia; alrededor de diez puntos porcentuales menos que hace treinta años. La encuesta dio en total que solo un 28% de los estadounidenses piensa que la Biblia es la palabra de Dios.
Es lamentable que en la Republica Dominicana no podamos tener ese tipo de datos, pero uno puede asegurar con mucha certeza que el fenómeno, quizás no los números, pero si el fenómeno es igual en nuestra sociedad. Nuestro mundo no ve ya más a la Biblia como la palabra de Dios. Y como muestra de que eso pasa también en la Republica Dominicana, podríamos hacer el siguiente ejercicio; parémonos en cualquiera de las calles mas transitadas de Santo Domingo y preguntémosles a las personas que pasen por ahí ¿Cuando es el día nacional de la Biblia? Nos asombraría la poca cantidad de personas que sabrían la respuesta. Más aun, es increíble que el 27 de Septiembre (que es el día nacional de la Biblia en Republica Dominicana) pase sin ningún tipo de mención en muchas Iglesias de nuestro país.
Para el año 1963 en los Estados Unidos dos de cada tres norteamericanos creía que la Biblia era realmente la palabra de Dios. Asociado con esta creencia, esta también el concepto de que los escritos en la Biblia no contienen errores y son infalibles. Para el 1999 los números se habían invertido. Dos de cada tres tenía a la Biblia como un compuesto de textos o fabulas antiguas, leyendas y códigos de moral humanos “inspirados por Dios”.
Haciendo de nuevo la comparación con nuestro país, he escuchado a personas, incluso a lideres eclesiásticos, decir que muchas de las historias que se cuentan en la Biblia, especialmente el diluvio (Génesis 7), no son más que fabulas, leyendas, o mas bien metáforas.
La verdad es que al parecer para nuestra generación la Biblia no representa lo que represento para nuestros padres y abuelos. Y es que nuestra sociedad postmoderna no da nada por sentado. Ni la Biblia ni nada, ha podido escapar a esta tendencia de interrogarlo todo; y al pensamiento humanista que dice: “si no lo puedo razonar, entonces no lo puedo aceptar.” Creo que básicamente a esta cosmovisión, a esta forma de ver el mundo, es que se debe la baja en el número de personas que tienen a la Biblia como palabra de Dios, con respecto a años anteriores. Aceptémoslo, no se puede tapar el sol con un dedo, la Biblia contiene muchos datos que no son verificables. Historias como las de Abraham, Job, la partición del mar rojo, etc., hay que aceptarlas por la fe o verlas como leyendas, puesto que no existe ninguna prueba arqueológica que soporte dichas historias. Es mas, se puede decir que solo hay evidencias arqueológicas irrefutables para los relatos bíblicos que acontecieron después del rey David.
Pero mas allá de que las historias bíblicas puedan sonar como productos de imaginaciones fértiles, o de que no hayan pruebas arqueológicas suficientes para respaldar todo lo que la Biblia registra; en mi opinión la razón principal que motiva a muchas personas a no aceptar la Biblia como palabra de Dios es mas sutil, mas oscura, mas de índole personal. A lo que me refiero es a lo siguiente. Nuestra sociedad entre otras cosas se caracteriza por ser relativista, o sea, nada es bueno ni malo absolutamente, sino que todo tiene que ver con la circunstancia y con la persona en particular. En pocas palabras vivimos en un mundo donde no hay absolutos, por ejemplo, la verdad va a depender de mi punto de vista; como dijo una vez Campoamor: “En este mundo nada es verdad ni es mentira; todo es según el color del cristal con que se mira.”
Dios es un absoluto. Por lo tanto su palabra la Biblia, es absoluta. Cosas así, absolutas, sencillamente no caben en la forma postmoderna de pensar de nuestra sociedad. En especial cuando la Biblia dice abiertamente que todos estamos perdidos y que nuestra única salvación es someternos a la voluntad de Dios o enfrentar el castigo eterno fruto de nuestros pecados. Dada esta situación, es mucho más conveniente pensar que la Biblia es un libro de leyendas o de cuentos y no que en verdad es la palabra de Dios. Porque pensar que la Biblia es un cuento de hadas, nos exime de una gran responsabilidad.
Personalmente creo que sin lugar a dudas la Biblia es la palabra de Dios, inequívoca e infalible. Eso no me hace ignorar que verdaderamente hay relatos bíblicos que solo se pueden creer por medio de la fe, cosa que la misma Biblia dice es indispensable para acercarse a Dios y por ende a Su palabra. Estoy conciente de que las discusiones, los libros, las encuestas y los escritos acerca de sí la Biblia es o no la palabra de Dios seguirán mientras exista la sociedad tal y como la conocemos. Es mas, creo que solo el tiempo dirá quien tiene la razón en este asunto. Pero estoy convencido que es mejor vivir apegado a la Biblia y a sus enseñanzas y comprobar que al final todo fue una farsa. Pues solo habré perdido unos cuantos “momentos felices” en estos pocos años que viviré aquí en la tierra; que vivir de espaldas a la Biblia y al final despertar en la terrible realidad de que todo lo que la Biblia decía era cierto y que yo me he ganado el castigo eterno.